Una raza en pos de la nada

La evolución del ser humano lo ha llevado:

Desde la caverna como refugio, hasta el habitáculo inteligente.

Desde la desnudez, pasando por la piel de otro animal y los textiles de rueca; hasta las ropas de fibras sintéticas que toman las formas del cuerpo, adaptándose a las circunstancias deseadas o ambientales presentes.

Desde la procura de alimentos silvestres, vegetales sin cultivo, caza y pesca; trasegando por la agricultura y el pastoreo; hasta los alimentos con nutrientes específicos para cada necesidad real o impuesta de alimentación para diversos estilos de vida.

Desde el desplazamiento requerido, usando sus extremidades inferiores; posteriormente animales domesticados; canoas, buques, trenes, autos, aviones y ahora, en ciernes, vehículos personales que podrán surcar los espacios de campos y ciudades.

Desde el uso de la herramienta de dotación natural, LAS MANOS; pasando por el garrote, la lanza, la flecha, primero de piedra, luego de metales comunes aptos; hasta los robots habilitados para ejecución de tareas extremadamente precisas.

Desde la domesticación del fuego, el descubrimiento de la rueda, el sobrecogimiento ante eventos naturales incomprensibles, la adoración a los astros, porque no había explicación para sus apariciones y desapariciones; hasta la adoración del dinero, para muchos como tal, para la gran mayoría por lo que se gratifica por él.

Desde la defensa del entorno vital natural, pasando por la constitución de clanes, aldeas, comarcas, reinos, imperios, países; transitando por la consolidación de economías poderosas que solo buscan su auto beneficio, sin que el 99% del conglomerado humano comprenda o tenga al menos noción de los fines que quieren alcanzar los “omnipotentes” dueños del dinero y llegando al clímax de la insania mental colectiva, la discriminación, por motivos todos devaluados, aunque algunos de estos puedan disfrazarse de razonables.

Desde la naturaleza exuberante, pletórica, majestuosa; hasta la naturaleza agobiada, carente, mendigante. Nuestra casa común, devastada por la voracidad de unos pocos y la idiotez útil de la gran mayoría, que no discernimos que estamos siendo empujados al abismo sin cima, por orates, sin criterios válidos, sin razones de valor real y sin metas sanas para el planeta.

Desde el ostracismo de la naturaleza, ante la depredación sin consciencia; hasta el despertar vehemente, fogoso e iracundo de la naturaleza, que como colofón nos está entregando la pandemia 2020.

PARA QUE:

  • Encontremos, con sorpresa, que tenemos amigos, vecinos, parientes, hermanos, padres e hijos, que merecen vivir en una sociedad con mentalidad colectiva sana.
  • Encontremos que el aire, el agua, la vegetación, la fauna, EL PLANETA TIERRA, lo necesitamos todos. El planeta, NO nos necesita para continuar su viaje intergaláctico.
  • Encontremos que es más necesaria la armonía con el entorno, la amistad con el congénere y el respeto por los demás elementos de la naturaleza.

POR NUESTRA PERMANENCIA, COMO ESPECIE, NO MÁS DEPREDACIÓN SIN SENTIDO, NO MAS CONTAMINACIÓN.

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